Cuanto más tiempo transcurre de un hecho hasta el momento presente, más fácil es conocer la historia en su máxima plenitud y objetividad. Sin embargo, también es cierto que el paso de los años fomenta el olvido y la desaparición de multitud de detalles y sucesos que deberían tenerse en cuenta. Quien no sabe de dónde viene, no sabe quién es.
En el s.XV d.C., Kurowski era el hogar de dos grandes y prestigiosas familias que convivían bajo el mismo techo a la espera de que el matrimonio concertado entre sus dos respectivos herederos se consumara. En aquellos tiempos conocidos como la gloriosa Edad Media este tipo de sucesos eran lo más habitual entre las familias bien avenidas para mantener la pureza de la sangre y el honor del linaje. |
Sin embargo, hay cosas que no salen como uno desearía. La familia por parte de la futura mujer era muy ambiciosa y, aunque fuera por mantener el honor que otorgaba su palabra, no soportaba la idea de ser la sub-rama familiar únicamente porque ellos hubieran tenido una fémina como heredera. Las tierras, el dinero y el poder que poseían sus futuros familiares eran un premio más que deseable para cualquier persona con un mínimo de ambición... y entonces, comenzó la tragedia.
Nadie sabía quién era aliado y quien era enemigo. Aquel que te daba de comer podía perfectamente envenenar tu alimento, el guardia que vigilaba la puerta de tus aposentos podía cortarte el pescuezo mientras te sumergías en el desprotegido mundo de los sueños. Aquella situación fue tensándose gradualmente hasta que un día, la soga se rompió.
Aquella guerra fría y silenciosa se convirtió en una batalla donde todos eran enemigos de todos, y se cobró tantas vidas que la tierra quedó teñida del color del atardecer, y los frutos que crecieron en los árboles durante generaciones posteriores mantenían el color carmesí de la sangre que absorbieron aquellas tierras fértiles, los únicos testigos existentes hasta el día de hoy. |
El castillo, derruido, quedó reducido a un símbolo supersticioso entre los muggles quienes contaban que aquellos que se adentraban en las entrañas de aquella morada habitada por el diablo, nunca más volvían a ser vistos. Al cabo de un tiempo imposible de definir con exactitud, el primer Gran Director se apropió de dichos terrenos, reconstruyó el castillo con el fin de volverlo a hacer habitable y fundó una de las primeras escuelas del mundo mágico.
Se dice que los espíritus que moran por las mazmorras de castigo, gritando y ahogando sus penurias eternas en estridentes llantos, son las almas de aquellos que aun buscan la forma de alcanzar el descanso eterno que se les ha sido negado.
El único legado que se mantiene dentro del castillo es el símbolo que representaba la unión de dichas familias mágicas: el cuervo ciego. |
